Octubre en Ibiza marca la llegada de las granadas. Asociada desde hace mucho tiempo con la fertilidad, la abundancia, el renacimiento y la sensualidad, la granada es una fruta con un poderoso legado que ha moldeado mitos, textos sagrados y tradiciones culturales a lo largo de los siglos.
Se dice que la fruta, de origen persa, fue traída por aquellos primeros colonos que tanto contribuyeron a la isla: el pueblo púnico de la ciudad de Cartago, en lo que hoy es Túnez.
Las granadas prosperan en el clima ibicenco, madurando desde finales de septiembre hasta noviembre. En las fincas locales, es frecuente ver árboles repletos de frutos, cuya piel correosa se abre para revelar brillantes racimos de semillas de color rojo rubí.

En los mercados de Ibiza, los agricultores las venden recién recogidas, a menudo aún con una hojita, un recordatorio de sus orígenes. Los compradores locales incluso afirman que las de la isla contienen más fruta y menos pepitas que las de la península.
Ricas en antioxidantes, vitaminas y fibra, las granadas no solo son deliciosas, sino también muy valoradas por sus beneficios para la salud. Tradicionalmente, los ibicencos las disfrutan de forma sencilla: abiertas y espolvoreadas con un toque de azúcar o con un chorrito de zumo de naranja.
Cada vez es más frecuente encontrarlos en los restaurantes de la isla, servidos por chefs que los incorporan a la cocina mediterránea moderna, donde su dulzura ácida alegra ensaladas, combina con carnes a la parrilla o realza postres.
En Ibiza, disfrutar de una granada en octubre es tanto un placer estacional como una conexión cultural. Así que este mes, al pasar por un puesto de mercado o pasear por el campo, no se pierda estas brillantes esferas rojas. Más que una simple fruta, son una muestra del alma otoñal de Ibiza.