Al ser tan apreciado en toda Ibiza, son pocos en la isla los que no conocen el nombre o la reputación de Chimichurri.
Considerado un establecimiento de alta calidad para los carnívoros de la isla, todo gracias a la parrilla de carbón argentina y las deliciosas carnes que se han dedicado a servir desde hace más de 19 años.
Encontrarás esta gran finca rústica entre San José y San Antonio, cerca de Cala Conta y otras bonitas localidades turísticas de la costa oeste. A pesar de que los accesorios y complementos de la finca aún conservan una auténtica historia española, el propietario alemán Mark y su esposa cubana Yailén se han asegurado de que el ambiente internacional se impregne en toda la propiedad.
Repartidos por la extensa carta, encontrarás sabores sudamericanos, cubanos e incluso tailandeses, y el frigorífico bien surtido de cervezas, junto con la salchicha alemana de medio metro, que es un guiño del propietario Mark a sus raíces.
En los meses de verano, el amplio jardín es el escenario perfecto para una cena. Es un espacio encantador, sencillo y auténtico. Preciosas enredaderas trepan por la terraza para dar sombra a las grandes mesas, construidas para acoger a grupos de lugareños y turistas que regresan, deseosos de comer algo al pasar de las playas vecinas.
El espacio verde con brisa era el escenario perfecto para el banquete delicioso que estábamos a punto de emprender.
La carta de Chimichurri es realmente atractiva, con tanta variedad. Así que nos alegramos mucho cuando Mark decidió por nosotros, queriendo presentarnos su menú de cinco platos para compartir, incluido un sorbete entre medias para dos. Sin embargo, no nos dejó escapar tan fácilmente, y nos animó a probar varios platos más para tener una visión más completa de la oferta.
Fue entonces cuando deseamos no haber almorzado. Respira hondo antes de acompañarnos en este viaje.
Lo primero es lo primero, el equipo necesitaba un buen trago para abrir el apetito. La Margarita Corona fue refrescante, con un toque de limón. Por otro lado, el Espresso Martini fue intenso, con un toque potente que cumplió su función. Entre medias, el mojito y el Moscow Mule fueron los dulces separadores. Ahora estábamos listos para el festín.
Para empezar, el plato de tapas para compartir fue nuestro primer paso hacia las influencias internacionales de su carta. Croquetas de jamón suaves y sustanciosas, junto con la tempura de langostinos ligera y crujiente. También, tacos de ternera marinada al estilo cubano ahumado y bocados de yuca crujientes y con textura terrosa. Todo delicioso y devorado como si no nos fueran a traer nada más.
Nuestro segundo plato del menú para compartir: el tartar de tomate con jugosas tiras de cerdo fue un cambio realmente inesperado, pero que funcionó a la perfección. El tartar, compuesto por tomates secos y frescos jugosos y sabrosos, cebolla, hierbas frescas y alcaparras, asumió el papel principal, mientras que el cerdo se convirtió en el componente más ligero y jugoso.
Para acompañar, pedimos la burrata horneada con tomate confitado y cremosa salsa romesco. Tomates con todo su sabor cubiertos bajo el queso caliente, con albahaca fresca y cebollino espolvoreado por encima. Colocado sobre pan crujiente, fue una auténtica delicia.
Como si no hubiéramos comido suficiente, llegó la crujiente ensalada de queso de cabra. Pensando solo en consumir nuestras cinco raciones diarias, nos lanzamos con gusto; sin embargo, el trozo de queso blando en el centro y el pringoso aderezo de miel sin duda nos hicieron volver al plato.
Carnívoros, reuniros para el plato fuerte de nuestra noche: un festín y una hazaña. Estábamos todos listos para embarcarnos. El único problema al que nos enfrentábamos era: ¿qué invitación aceptar primero?
La gruesa picaña, el tierno chuletón enrollado y la blanda entraña nos llamaban la atención desde el plato. Todos cocinados a la perfección en la ahumada parrilla argentina, realzados sus sabores simplemente con sal, para que se liberaran sus jugos naturales y su tierna textura.
Son platos como estos, y la forma respetuosa y sencilla en que se preparan y cocinan, los que permiten comprender la distinción entre cada corte y la calidad individual y el carácter suculento que poseen.
¿Se podría superar? Por supuesto, pero solo con su salsa chimichurri casera. Este animado añadido estaba repleto de sabor y textura, con perejil fresco, orégano y un toque de chile rojo que completaban el banquete. Incluso con el estómago lleno, disfrutamos de cada bocado.
A pesar de estar llenos, nos alegró que Mark insistiera en incluir un plato de pescado en nuestra cena. Servida sobre un lecho de verduras de colores vivos y coronada con ajo fresco, la lubina a la parrilla fue un acompañamiento ligero, pero no menos delicioso, para el resto de nuestra carta.
Incluso cuando no queda hueco, una vez que el suave aroma a canela te invade, ¡siempre habrá espacio para un strudel! Casero, las jugosas pasas estaban envueltas en crujiente pasta filo y espolvoreadas con azúcar glas, mientras que el helado y la nata montada fueron el acompañamiento perfecto.
Hay una buena razón por la que la gente vuelve una y otra vez a Chimichurri: su comida excelente, auténtica y exquisitamente preparada. Con la parrilla ahumada como protagonista, conserva sus raíces auténticas y el ambiente tradicional español, a la vez que combina con éxito su carta con sabores internacionales.
Abierto todo el año, esta mágica institución ibicenca merece una visita en invierno, cuando los dos fuegos crepitantes te mantendrán caliente, y los músicos y las noches temáticas te mantendrán entretenido.
En verano o en invierno, no olvides reservar tu mesa con Chimichurri.
